Recuperar la inmunidad natural


La respiración controlada es el método más destacado que conocemos para aumentar la resistencia orgánica. Si se reduce la resistencia orgánica por la causa que sea, veremos que gérmenes hasta el momento inofensivos pasan a convertirse en agentes infecciosos... Existe siempre una inmunidad natural atribuida al equilibrio iónico de la sangre y dependiente de la respiración... Ésta confiere al equilibrio ácido/básico (es decir, Yin/Yang) una regularidad que se restablece con cada respiración... Así es precisamente cómo los antiguos médicos taoístas describían las causas últimas de la enfermedad; no como un «ataque» exterior por parte de los gérmenes, sino como una degeneración y toxicidad interiores que crean desequilibrios críticos, los cuales, a su vez, permiten el ataque exterior. Cuando estas condiciones patológicas del organismo son eliminadas por medio de la dieta, la respiración y otros regímenes, la sangre y los tejidos recobran su equilibrio bioquímico óptimo y el cuerpo recupera automáticamente su inmunidad natural. La porfiada opinión occidental, promovida por Pasteur, de que la enfermedad se debe principalmente a un «ataque» por parte de gérmenes que deben «matarse» mediante la administración de potentes fármacos y la extirpación quirúrgica de las partes afectadas no hace más que reflejar la abismal ausencia de cuidados preventivos en Occidente. Estas «curas» no hacen nada en absoluto para corregir los desequilibrios y la toxicidad que posibilitan la enfermedad. El resultado de este enfoque es que las enfermedades reaparecen una y otra vez, con frecuencia bajo apariencias distintas y en diferentes partes del cuerpo, encerrando al paciente de por vida en un círculo vicioso de medicamentos y operaciones que pronto consume sus energías vitales y lo priva de partes esenciales de su cuerpo. Esta visión de la medicina degenera y destruye el organismo humano mucho más de prisa que casi cualquier enfermedad.

Daniel Reid
El Tao de la salud, del sexo y la larga vida (1990)


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