La auténtica felicidad (I)


Para ver si el optimismo predice la longevidad, los científicos de la Clínica Mayo, de Rochester, Minnesota, seleccionaron a 839 pacientes consecutivos que habían acudido al centro para recibir cuidados médicos hacía cuarenta años. (En el momento del ingreso, los pacientes de la Clínica Mayo se someten a una serie de pruebas tanto psicológicas como físicas y una de ellas es el test del rasgo del optimismo.) Del total de pacientes, 200 habían muerto en el año 2000, y los optimistas presentaban una longevidad un 19 % mayor, con respecto a la esperanza de vida, en comparación con los pesimistas.

… existe el rasgo de personalidad del buen humor -denominado afectividad positiva- y la euforia, que es hereditario en gran medida. Si un gemelo univitelino es muy risueño o gruñón, es muy probable que su hermano, que tiene exactamente los mismos genes, también lo sea... una persona puede ser feliz aunque no esté demasiado dotada en el ámbito de las emociones positivas.

Fredrickson afirma que las emociones positivas tienen un objetivo fabuloso en la evolución. Amplían nuestros recursos intelectuales, físicos y sociales y los hacen más perdurables, acrecientan las reservas a las que podemos recurrir cuando se nos presenta una amenaza o una oportunidad. Cuando estamos de talante positivo, las personas como nosotros mejoran, y la amistad, las relaciones amorosas y las coaliciones tienen más probabilidades de prosperar. A diferencia de las limitaciones que induce la emoción negativa, nuestra actitud mental es expansiva, tolerante y creativa. Estamos abiertos a nuevas ideas y experiencias.

… el humor negativo y frío activa una forma de pensamiento tipo zafarrancho de combate: el orden del día consiste en centrarse en lo malo para luego eliminarlo. Por el contrario, el estado anímico positivo mueve a las personas a adoptar una forma de pensar creativa, tolerante, constructiva, generosa, relajada y lateral. Este estilo de pensamiento tiene por objeto resaltar lo que está bien, no lo que está mal. No cambia de curso para detectar errores, sino que se afina para hallar virtudes. Probablemente incluso suceda en zonas distintas del cerebro y presente una neuroquímica diferente del pensamiento de un estado de ánimo negativo.

El estado emocional positivo también protege a las personas de los estragos del envejecimiento... las personas felices tienen mejores hábitos de salud, una menor tensión arterial y un sistema inmunológico más fuerte que las personas menos felices. Si se suma a todo ello los descubrimientos de Aspinwall acerca de que las felices buscan y asimilan más información sobre los riesgos para la salud, se pone de manifiesto sin ambigüedades que la felicidad prolonga la vida y mejora el estado de salud.

Aunque es casi imposible dilucidar si la mayor satisfacción laboral hace a alguien más feliz o la predisposición a ser feliz es la causa de la satisfacción con el trabajo, no debería sorprender que las personas más felices estén notablemente más satisfechas con su trabajo que las menos felices. Sin embargo, las investigaciones sugieren que cuanto mayor es la felicidad, se registra más productividad y mayores ingresos.

Con el propósito de determinar si lo más importante es la felicidad o la productividad, se indujo felicidad de forma experimental a un grupo de personas del que luego se evaluó su rendimiento, y se llegó a la conclusión de que los adultos y niños en quienes se genera buen humor eligen objetivos más elevados, rinden mejor y son más perseverantes en distintas tareas de laboratorio, como resolver anagramas.

Estos sujetos “muy felices” se diferenciaban considerablemente y de un modo concreto de los de “felicidad media” y de las personas infelices: tenían una vida social rica y plena.
El corolario de la complicidad con los demás, característica de las personas felices, es su altruismo... En el laboratorio, los niños y adultos en los que se induce felicidad muestran mayor empatía y donan más dinero a las personas necesitadas.

Cuando somos felices nos centramos menos en nosotros mismos, nos caen mejor los demás y deseamos compartir nuestra buena fortuna incluso con desconocidos. Sin embargo, cuando estamos depresivos nos tornamos desconfiados e introvertidos y nos centramos en nuestras propias necesidades de modo defensivo. Intentar ser el número uno es más propio de la tristeza que del bienestar.

… sentir emociones positivas es importante, no sólo porque resulta agradable por derecho propio, sino porque genera una mejor relación con el mundo. Si desarrollamos más emotividad positiva en nuestra vida, desarrollamos amistad, amor, una mejor salud física y mayores logros.

… heredamos un “timonel” que nos conduce hacia un nivel específico de felicidad o tristeza. Así pues, por ejemplo, si usted posee una baja afectividad positiva, es posible que se sienta impulsado a evitar el contacto social y por consiguiente a estar solo.

En general, los ricos sólo son ligeramente más felices que los pobres...
La salud física objetiva, que quizá sea el más valioso de todos los recursos, apenas guarda relación con la felicidad.

… Sophie Tucker tenía parte de razón: el poder adquisitivo nacional general y la satisfacción media con la vida apuntan en la misma dirección.
Sin embargo, en cuanto el producto nacional bruto supera los ocho mil dólares por persona, la correlación desaparece y la riqueza añadida no aporta mayor satisfacción vital...

Martin Seligman
La auténtica felicidad (2002)


Entradas populares de este blog

La felicidad según Henry David Thoreau

El Impulso Orgásmico Ascendente

Trofología: la ciencia de combinar los alimentos