El arte de la felicidad. Dalai Lama con Howard C. Cutler (III)


A pesar del universal rechazo del sufrimiento, caben pocas dudas de que fortalece y ahonda la comprensión de la vida. En cierta ocasión, el doctor Martin Luther King, Jr., dijo: «Aquello que no me destruye, me hace más fuerte». Y aunque es natural encogerse ante el sufrimiento, éste puede contribuir a sacar lo mejor de nosotros.

El psicólogo educativo Benjamin Bloom estudió la vida de algunos de los artistas, atletas y científicos estadounidenses más destacados y descubrió que el impulso y la decisión, y no el talento natural, fue lo que les permitió triunfar. Por tanto, cabe concluir que también son factores determinantes en el arte de alcanzar la felicidad.

Los estudios han descubierto que la fe no sólo conlleva sentimientos de bienestar, sino que también parece ayudar a afrontar más serenamente cuestiones como el envejecimiento o la superación de crisis personales y acontecimientos traumáticos. Además, las estadísticas muestran que las familias con fuertes creencias religiosas se ven afectadas por menores índices de delincuencia, alcoholismo, drogadicción y rupturas matrimoniales. También hay pruebas que indican que la fe puede tener beneficios para la salud, incluso en casos de enfermedades graves.
De hecho, hay cientos de estudios científicos y epidemiológicos que han establecido una vinculación entre la fe religiosa, índices menores de mortalidad y mejor salud.

Realizar un esfuerzo continuado para cambiar el comportamiento no sólo es útil para superar los malos hábitos, sino también para cambiar nuestros sentimientos fundamentales. Los experimentos han de mostrado que así como nuestras actitudes determinan nuestro comportamiento, idea comúnmente aceptada, el comportamiento también puede cambiar nuestras actitudes. Los investigadores han descubierto que gestos inducidos experimentalmente, como fruncir el entrecejo o sonreír, tienden a producir las correspondientes emociones de cólera o felicidad, lo que sugiere que el simple hecho de «hacer como SI», sobre todo si se practica con frecuencia, puede producir finalmente un verdadero cambio interno. Esto avala las prácticas propugnadas por el Dalai Lama. Con el simple acto de ayudar regularmente a los demás, por ejemplo, aunque no nos sintamos particularmente altruistas, podemos desarrollar genuinos sentimientos de compasión.

[Dalai Lama:] En la práctica budista, ciertas cualidades mentales positivas como la paciencia, la tolerancia y la amabilidad, pueden actuar como antídotos especificas contra la cólera, el odio y el apego. Antídotos como el amor y la compasión reducen de modo significativo las aflicciones mentales, pero su especificidad los convierte en medidas parciales. Las emociones destructivas se encuentran en último término enraizadas en la ignorancia, es decir, en la concepción errónea de la naturaleza de la realidad. En consecuencia, todas las confesiones budistas parecen coincidir en que, para superar plenamente todas las tendencias negativas, tenemos que aplicar el antídoto contra la ignorancia, es decir, el "factor sabiduría". Eso es indispensable. Ese "factor sabiduría" supone crear percepción de la verdadera naturaleza de la realidad.

[Dalai Lama:] ... los estados positivos de la mente pueden actuar como antídoto contra !as tendencias negativas y los estados ilusorios. Por consiguiente utilizando y potenciando los estados positivos, los antídotos, reduciremos la presencia de los estados negativos.

Los efectos destructivos la cólera y el odio, han sido bien documentados en recientes estudios científicos. Naturalmente, no necesitamos pruebas científicas para darnos cuenta de cómo estas emociones pueden nublar nuestro juicio, causar sentimientos de extrema incomodidad o provocar estragos en nuestras relaciones personales. Eso lo sabemos por experiencia personal. En los últimos años, sin embargo, se han logrado grandes progresos en la descripción de los efectos físicos nocivos de la cólera y la hostilidad. Docenas de estudios han demostrado que estas emociones son una causa significativa de enfermedad y muerte prematura. Investigadores como el doctor Redford Williams, de la Universidad de Duke, o el doctor Robert Sapolsky, de la Universidad de Stanford, han realizado estudios que demuestran que la cólera, el enojo y la hostilidad son particularmente nocivos para el sistema cardiovascular.

[Dalai Lama:] ... para cultivar con éxito la paciencia y la tolerancia se necesita generar entusiasmo, tener un intenso deseo de él. Cuanto más grande sea su entusiasmo, tanto mayor será su posibilidad de resistir las dificultades que encuentre en el proceso.

Muchos estudios realizados durante las cuatro últimas décadas han demostrado de un modo sistemático que la expresión verbal y física de nuestra cólera no contribuyen a disiparla y lo único que consiguen es empeorar las cosas. El doctor Aaron Siegman, psicólogo e investigador de los sentimientos de la Universidad de Maryland, está convencido, por ejemplo, de que es precisamente esta expresión repetida de la cólera y la rabia la que pone en marcha los sistemas internos de estimulación y las respuestas bioquímicas que más probablemente causarán daño en nuestras arterias.

Puesto que el nivel de estrés disminuye la capacidad para frenar el acceso de cólera, el primer paso preventivo consiste en cultivar estados mentales de una mayor satisfacción y serenidad, tal como recomienda el Dalai Lama. Cuando, a pesar de todo, se presenta la cólera, la investigación ha demostrado que el enfrentamiento activo, el análisis lógico y la nueva valoración de los pensamientos que la ponen en marcha contribuyen a disiparla. También hay pruebas experimentales que sugieren que también pueden ser muy efectivas las técnicas que hemos analizado antes, como el cambio de perspectiva o el buscar diferentes ángulos para abordar una situación. Claro que, a menudo, estas cosas son mucho más fáciles de hacer con niveles bajos o moderados de cólera, de modo que es importante practicar la intervención precoz, antes de que los pensamientos de cólera y odio puede experimentar una escalada.

El arte de la felicidad. Dalai Lama con Howard C. Cutler (1998).




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