El ajo se ha utilizado como medicamento desde los albores de la historia china, y probablemente desde mucho antes. Algunos textos médicos egipcios que se remontan al año 1550 a. de C., citan al ajo como ingrediente principal en 22 recetas, y está comprobado que los países donde suele consumirse ajo en grandes cantidades muestran una incidencia de cáncer significativamente inferior. Los textos chinos indican claramente que, para beneficiarse plenamente de sus efectos, el ajo debe consumirse crudo. En la antigua China, la tuberculosis se trataba eficazmente mediante cataplasmas calientes de ajo fresco aplicadas en la espalda. Los factores terapéuticos volátiles penetraban en la piel y llegaban a los pulmones, donde destruían el bacilo que causa la tuberculosis. Asimismo, el ajo es igualmente eficaz para limpiar el aparato digestivo de lombrices y demás parásitos, para prevenir gripes y resfriados y como tonificante de la libido. El consumo diario habitual de ajo fresco crudo proporcio...