El viaje a la felicidad (II)


... en cierta ocasión, al reflexionar por videoconferencia con Robert Sapolsky, profesor de Biología y Neurología en la Universidad de Standford, sobre los impactos de los flujos hormonales, él alardeaba de que podría diagnosticar, a distancia, online, el estado emocional de un desconocido situado en el otro extremo del planeta, si le llegaran debidamente registrados los datos relativos a la presión arterial, la temperatura y las descargas hormonales. «Sabría qué estaba pasando salvo en un caso —añadió con su característico sentido del humor—. Las afinidades entre los estados de ánimo de amor y odio son tan excepcionales que me daría cuenta de que pasaba algo fuerte, pero sería incapaz de dilucidar si dos personas se estaban matando o haciendo el amor.

... el único descubrimiento positivo reciente sobre la relación entre el trabajo y el nivel de felicidad es la constatación de los beneficios innegables que dimanan de aplicar al trabajo las propias virtudes o habilidades. Una vez asumido que el trabajo está mal repartido, si el sujeto consigue aplicar a un trabajo poco satisfactorio algunas de sus cualidades innatas o adquiridas, su nivel de bienestar y satisfacción aumentará.

... todos los experimentos y encuestas realizados demuestran que sólo las enfermedades particularmente graves tienen un impacto negativo en las tasas de felicidad. Las condiciones objetivas de salud no influyen demasiado sobre la felicidad, a diferencia de la salud mental y los sentimientos. Mucha gente da por sentada su buena salud y no se siente más feliz por ello, mientras que la gran mayoría de enfermos suele soportar con entereza sus problemas sanitarios —incluso, un porcentaje elevado de tetrapléjicos consiguen, con el tiempo, recuperar un estado anímico compatible con su difícil entorno—. En cambio, los hipocondríacos se aferran a la miseria de su infelicidad aunque gocen de buena salud.

Aunque se suela decir que los niños son una de las mayores fuentes de alegría de la vida, las investigaciones recientes revelan que cuidar de los niños no es ni divertido, ni contribuye significativamente a la escala de felicidad, sino al contrario.

Tal vez los niños, como el sexo, representen ideales que inspiran y movilizan al ser humano, pero que a menudo no cumplen las expectativas generadas, o sólo las cumplen de forma ocasional o parcial.

... como señala, entre otros, Daniel Gilbert, catedrático de Psicología de la Universidad de Harvard, la ampliación de la gama de elección que ofrece un poder adquisitivo mayor genera más ansiedad a la hora de elegir y un sentimiento de zozobra después de la elección, al temer haberse equivocado. En suma, generalmente el aumento del poder adquisitivo no significa que se sea más feliz, sino que a veces incluso afecta negativamente al nivel de felicidad.

A finales de la década de los setenta, una mujer llamada Geneviève Sweats observó que cada verano, cuando regresaba de la universidad para pasar las vacaciones con su familia, el ciclo menstrual de sus hermanas se sincronizaba con el suyo. Cuando los científicos estudiaron el caso descubrieron la existencia de una sustancia química, perfectamente inodora, que se generaba en la axila de Geneviève, y decidieron realizar el siguiente experimento. Con un algodón recogieron muestras de la sustancia química y luego se la aplicaron suavemente en el labio superior de otras mujeres situadas a miles de kilómetros de distancia, sin parentesco alguno con la curiosa veraneante. En pocos meses su ciclo menstrual se había sincronizado sin conocerse siquiera.

Robert Sapolsky:,,,Yo sospecho algo que sería clave para entender algunos de los aspectos más negativos de nuestra experiencia social como humanos sobre la tierra; y es que uno de los factores que más ayudan a aliviar la carga del estrés, tanto para nosotros como para el resto de animales, es hacer infelices a los demás, dirigiendo nuestra agresividad hacia otras personas. Hay múltiples evidencias de que se trata, por desgracia, de una respuesta que ayuda a enfrentarse al estrés, que contribuye a hacer del mundo un lugar mucho peor. Muchos evitan desarrollar úlceras a costa de provocárselas a los demás...
... en Estados Unidos existe una relación inmediata entre las crisis económicas y el abuso a menores y a mujeres, del tipo «Estoy de mal humor, estoy estresado, necesito descargarme sobre alguien físicamente más débil». Por desgracia es típico de los primates.

Robert Sapolsky:,,, Los primates no humanos también tienen jerarquías: los animales de los peldaños humildes de esta jerarquía sufren más estrés, su cuerpo funciona peor y padecen más enfermedades. Sin embargo, intervienen muchos condicionantes: todo depende de la estabilidad de la jerarquía, del tipo de ecosistema o de la personalidad de los propios animales. Al estudiar los primates no humanos nos encontramos con varios condicionantes que demuestran que son animales muy sutiles. Sin embargo, si estudias el caso de los humanos en las sociedades occidentales, más o menos industrializadas, socialistas o capitalistas, matriarcales o patriarcales, religiosas o laicas, reaparece esa jerarquía que dicta que si eres pobre, tu salud será peor.

Robert Sapolsky:... No cabe duda de que un primate no-humano es suficientemente listo como para pensar: «Oh, oh, mira a ése al otro lado del campo, me va a dar problemas», y puede tener una respuesta estresante anticipada, que psicológicamente es muy sofisticada, y puede ser característica de un babuino en la parte baja del escalafón. Pero sólo un humano pobre puede sentarse a pensar: «¿Cómo pagaré las facturas este mes? ¿Cómo conseguiré comida para mis hijos la semana que viene? ¿Cómo podrán salir adelante mis hijos si no consigo que vayan a la universidad en el futuro?». Sólo los humanos son capaces de quedarse sentados y permitir que esta sensación de ansiedad y de impotencia invada cada neurona de su cerebro, hasta convencerse de que aquello es lo que define su pasado y su futuro. Es una forma inaudita de conseguir que el cuerpo no funcione bien, algo que no existe en el mundo no humano.

... la música es el resultado de la selección sexual. El artista utiliza sus habilidades específicas en el campo del arte para convencer a su pareja de la primerísima calidad de sus genes. Es una visión —la de Geoffrey Miller, profesor de psicología de la Universidad de Nuevo México, entre otros— excesivamente darwinista...

... quisiera destacar una en particular: el fenómeno psicológico del peak shift effect o efecto de cambio máximo. En resumen, se trata de una exageración de los rasgos que actúa poderosamente sobre la mente, contribuyendo a que la percepción se intensifique. Basta citar, como ejemplos, las formas anatómicas exageradas de las mujeres en el arte indio, los cómics o los juegos de ordenadores —por no referirse a una marca de muñecas que sigue batiendo récords de popularidad en el transcurso de los decenios y las modas—. El sistema visual reconoce de inmediato estos rasgos, y, con la exageración, reacciona de forma más intensa de lo habitual.

Mientras las emociones individuales activan los mecanismos encaminados a garantizar la supervivencia, las emociones grupales o colectivas van en sentido contrario -o sin sentido-.

No es seguro que el rostro sea el espejo del alma, pero todos los médicos están de acuerdo en que la cara es una parte del cuerpo muy complicada donde los ojos, la nariz y las marcas cutáneas reflejan casi todas las enfermedades ocasionales o del entorno. Armand Marie Leroi va más allá y recuerda que casi todos los trastornos genéticos también dejan su huella en la cara. «La belleza, aunque apenas seamos conscientes de ello, es la ausencia de error —prosigue Leroi—. No es una cualidad en sí misma, sino la ausencia de vicisitudes en la vida, de mutaciones reflejadas en el rostro. De vez en cuando vemos a alguien que ha escapado de ellas y nos decimos que encarna la belleza.»

Eduardo Punset
El viaje a la felicidad. Nuevas claves científicas (2005)



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