A veces, en una mañana de verano, habiendo tomado mi acostumbrado baño, me sentaba en mi soleado umbral, desde que salía el sol hasta el mediodía, transportado a un sueño en medio de los pinos y nogales americanos y zumaques, en soledad y tranquilidad no alteradas, mientras las aves cantaban alrededor o revoloteaban sin ruido a través de la casa, hasta que recordaba la marcha del tiempo por el sol que daba sobre mi ventana occidental, o el ruido del carro de algún viajero en la distante carretera. En esos lapsos, yo crecía como el maíz en la noche y eran mucho mejores que cualquier obra manual. No eran tiempos sustraídos de mi vida, sino ratos muy superiores a los que me permitía corrientemente. Comprendí lo que los orientales entienden por contemplación y abandono del trabajo. En su mayor parte no me daba cuenta de que pasaban las horas. El día avanzaba como para alumbrar alguna tarea mía; era la mañana, y he aquí que ahora es el atardecer y nada memorable he hecho. En luga
Para cultivar el Impulso Orgásmico Ascendente, comience practicando a solas y sin estar sexualmente excitada, de la siguiente manera: siéntese en el borde de una silla o taburete y practique unos minutos de respiración de Fuelle. A continuación, inhale lenta y profundamente, retenga el aliento y «bloquee» todo el cuerpo apretando pies y puños, contrayendo el ano, el perineo y la vagina, y aplicando también los cerrojos abdominal y de cuello. Apriete la lengua contra el paladar, eche el sacro hacia adelante para enderezar la curvatura de la parte baja de la columna y haga rodar los ojos hacia lo alto de la cabeza. Luego exhale lentamente por la nariz mientras afloja suavemente todos los cerrojos y relaja todos los músculos, y visualice la energía que asciende por la columna. Tras practicar este ejercicio durante unas cuantas semanas, ensáyelo en un estado de excitación sexual provocada por usted misma, aplicando los cerrojos y la retención cuando se halle como un 95 por ciento al bord
El ajo se ha utilizado como medicamento desde los albores de la historia china, y probablemente desde mucho antes. Algunos textos médicos egipcios que se remontan al año 1550 a. de C., citan al ajo como ingrediente principal en 22 recetas, y está comprobado que los países donde suele consumirse ajo en grandes cantidades muestran una incidencia de cáncer significativamente inferior. Los textos chinos indican claramente que, para beneficiarse plenamente de sus efectos, el ajo debe consumirse crudo. En la antigua China, la tuberculosis se trataba eficazmente mediante cataplasmas calientes de ajo fresco aplicadas en la espalda. Los factores terapéuticos volátiles penetraban en la piel y llegaban a los pulmones, donde destruían el bacilo que causa la tuberculosis. Asimismo, el ajo es igualmente eficaz para limpiar el aparato digestivo de lombrices y demás parásitos, para prevenir gripes y resfriados y como tonificante de la libido. El consumo diario habitual de ajo fresco crudo proporcio